Canarias es una región frágil,
con una economía que se apoya fundamentalmente en lo
que los expertos llaman el binomio turismo – construcción,
que es una suerte de monocultivo actual, como antes lo fue
el plátano, antes la cochinilla, y antes el azúcar
y el vino.
La Historia de Canarias, es la sucesión de períodos
de prosperidad al amparo de esos monocultivos, seguidos de
períodos de depresión cuando se hunden.
No siempre hemos vivido tan bien como ahora, ni siempre va
a ser así. De niño en Tacoronte era normal ver
a gente andar descalza, y la mayoría llevaba lonas.
El analfabetismo era frecuente. Y aún hoy, las estadísticas
dicen que nuestros niveles educativos están por debajo
de la media estatal en los diferentes ciclos de formación.
Actualmente, los paradigmas de desarrollo económico
y de bienestar han cambiado, y debemos apostar por un desarrollo
sostenible, y equilibrado. Para ello, nuestras fuentes de
ingresos deben diversificarse.
En una ocasión nos visitó un experto en desarrollo
de la UNESCO, al que alguien le dijo que en estas tierras
no se podría desarrollar un sector industrial significativo,
debido a nuestra condición de islas y a nuestra carencia
de materias primas. El nos manifestó con firmeza que
no estaba de acuerdo, y nombró los casos de Hong Kong,
Suiza y Japón, como ejemplos distintos de sociedades
que, sin materias primas, pero con formación, conocimientos,
ingenio y coraje, han conseguido estar presentes en la primera
línea del concierto internacional.
Sin duda, nuestra lejanía de los centros económicos
mundiales, y de sus mercados, es un factor negativo para nosotros,
que debemos compensar con inteligencia, a través de
la formación que impartamos. Por eso, uno de nuestros
retos es generar titulados bien preparados que, a su vez,
construyan una economía productiva que diversifique
nuestras fuentes de ingreso.
Creo profundamente, que desde la universidad podemos transformar
nuestra realidad inmediata de un modo decisivo. Concibo el
papel de la Universidad como un factor decisivo de progreso
para las islas y su integración en el mundo desarrollado.
Desde luego, esta es una tarea ardua y difícil, y muy
alejada de las políticas de gestos, que lo que hacen
es transmitir una imagen ficticia de lo que es la realidad
de nuestra institución.
Pero, si lo que queremos es ir creando realidades, no podemos
renunciar a ella.
Hoy más que nunca, cuando la formación, la información
y las comunicaciones, son motores del cambio y del progreso
social, pienso que nuestra universidad puede y debe jugar
un papel determinante para insertar a canarias en la corriente
principal de la historia. Es decir, a prepararnos como ciudadanos
europeos del primer nivel. Mujeres y hombres libres de la
esclavitud de la ignorancia, con formación, con conocimientos
y con cultura, que construyen su propio futuro.
Se que puede parecer un sueño. Pero tengo ese sueño.
Quiero compartirlo con todos ustedes y quiero verlo hecho
realidad. Y no escatimaré esfuerzos para conseguirlo.

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