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PERSONAL DOCENTE INVESTIGADOR


Al hablar de política de profesorado, debe tenerse en cuenta que, en último término, estamos hablando de la columna vertebral de nuestra institución. Y en este, como en otros aspectos, se hace necesario proponer iniciativas que nos aporten soluciones a los problemas existentes.
Los hechos fundamentales que en los últimos años han guiado la política de Profesorado de nuestra Universidad son, el acuerdo de Plantillas (mayo de 1989), el de Estabilidad (junio de 1990) y la Ley de Plantillas y Titulaciones (febrero de 1995).

Desde entonces, sólo ha habido gestión ordinaria de plazas que, con mejor o peor fortuna, ha ido tramitando el Vicerrectorado de Ordenación Académica y Profesorado, y en todo caso, en la lucha por la homologación, avances parciales en retribuciones como el inicio del pago del Tipo 3 (92), el Tipo 3 para todos (95), y los acuerdos sobre complementos retributivos (2000), movidos todos ellos por iniciativa sindical.

Con todo, el desarrollo de los grandes acuerdos que acabo de citar, el consenso básico en los puntos fundamentales, y la habilidad de nuestra Universidad para adaptarse al marco LRU, han hecho que contamos en La Laguna con una amplia y buena plantilla docente, con una aceptable relación profesor/alumno y un razonable, aunque siempre mejorable, equilibrio entre áreas.

Análisis de la situación actual.

Aquí, en Canarias, la política de profesorado arrastra dos problemas fundamentales que tienen un profundo impacto en las condiciones de trabajo del profesorado y las posibilidades de contratación para necesidades docentes de los Departamentos:

1. El problema de la homologación. Es decir, la situación discriminatoria en materia retributiva del profesorado universitario frente al profesorado de los otros niveles de la enseñanzas y al resto de la administración autonómica.

2. Las dificultades innecesarias que el Decreto de Profesorado del Gobierno Autónomo ha impuesto para la figura LOU de Asociado a tiempo parcial.

A lo anterior se ha añadido, como problemas genéricos, la promulgación de la Ley Orgánica de Universidades (LOU), que ha cambiado sustancialmente las reglas del juego de la política de profesorado. La valoración de éstos cambios no puede por menos que ser muy negativa para nuestra Universidad, fundamentalmente por lo siguiente:

1. El regreso a las pruebas de carácter estatal centralizado (habilitación), y el sistema propuesto para las mismas, genera un paso atrás en las posibilidades de promoción de nuestro profesorado para articular una auténtica carrera docente funcionarial, como se había venido desarrollado en los últimos años.

2. Existen importantes dificultades para la consolidación de grupos de trabajo en nuestra Universidad, en la medida en que La Laguna pueda volver a ser un lugar de paso para profesores de otras procedencias.

3. Aparecen dificultades absurdas para el profesorado en formación, como la obligación de 2 años desvinculado de la universidad, que complicarán innecesariamente su trabajo en unos periodos de su carrera en que esta es más exigente.

4. No existen posibilidades estructuradas y claras de incorporar a los buenos estudiantes en el sistema universitario de investigación y docencia, primer escalón en una carrera universitaria.
En este escenario vemos con enorme preocupación el previsible impacto de este conjunto de problemas en nuestro capital más valioso, el profesorado, y singularmente el profesorado en formación. Corremos el grave peligro de que la universidad deje de ser una alternativa profesionalmente atractiva para los mejores de nuestros estudiantes y profesores jóvenes, y de que se desincentive a los ya formados, condenándolos a permanecer en un trabajo sin posibilidades de mejora.


Es prioritario encontrar los mecanismos que nos permitan bordear los problemas mencionados y, por qué no, resolver algunos de ellos tal vez para siempre.

Para ello, proponemos las siguientes líneas de actuación:

1. Establecimiento de un único complemento autonómico de homologación, aplicable a todo el profesorado de la Universidad. Este complemento sólo contemplaría la categoría necesaria para el desempeño del puesto de trabajo y se distinguiría de otros ligados a la excelencia.

2. Estructuración de la carrera docente del profesorado laboral en paralelo a la funcionarial, de modo que, en último término, este profesorado pueda alcanzar una categoría equivalente a la de Catedrático de Universidad. Los niveles de exigencia deberán ser homologables a los que se exigen a los funcionarios. Para ello es preciso reformar la ley de Plantillas y Titulaciones, al objeto de utilizar en esta dirección lo que aquella prevé. Esta línea de actuación ira consolidándose en la medida que la práctica vaya confirmando los aspectos negativos de la LOU.

3. La flexibilización de las figuras del profesorado asociado a tiempo parcial, para que esta sea una vía de entrada razonable a la Universidad, en condiciones tales que la relación dedicación/remuneración sea digna.

4. Negociar con el Gobierno Autónomo un Plan Propio de Cátedras de la Comunidad Autónoma para las Áreas de Conocimiento donde se haya alcanzado la ratio 1-4.

5. La eliminación del requisito de 2 años previos de ejercicio profesional para la contratación como Asociado a tiempo parcial. Además, es imprescindible que exista la posibilidad de un Asociado a tiempo parcial de 7 horas con contratos prorrogables.

6. Creación de becas de la Comunidad Autónoma para realización de actividades docentes o investigadoras, fuera de las universidades de origen, para el personal en formación (ayudantes, becarios y asociados a tiempo parcial).



Debemos tener en cuenta, respecto de estas líneas de actuación, que toda la reglamentación de las figuras del profesorado contratado está sujeta a la regulación de las Comunidades Autónomas, y es aquí, por tanto, donde debemos centrar una buena parte de nuestros esfuerzos. Otras Comunidades han hecho ya desarrollos de la LOU, que muestran que no andamos solos con nuestras ideas.
No debemos, sin embargo, renunciar a trabajar por introducir cambios en la LOU. Para ello nos comprometemos ha mantener en los foros nacionales (en el Consejo de Coordinación Universitaria y en la CRUE) una posición claramente crítica con los aspectos señalados de la LOU, trabajando por eliminar de ella sus aspectos más negativos. Para conseguirlo hay que proceder con determinación, conscientes de la dificultad, y sin caer en demagogias.

Así mismo, y aunque confiamos que este problema quede resuelto en el proceso de convergencia europea de las enseñanzas, trabajaremos por el establecimiento de los mecanismos para el acceso al doctorado de los titulados de áreas de diplomatura. Es simplemente falso que no se pueda investigar en estas áreas, y absurdo que se tengan que cursar una carrera distinta de segundo ciclo para poder ser doctores y alcanzar el reconocimiento de la capacidad de investigación.

Ya dentro de las competencias Universitarias, es necesario un replanteamiento y actualización de todos los acuerdos en materia de profesorado, a la luz de la nueva situación legal.
Debemos ser conscientes de que la entrada en vigor de la LOU hace obsoletos algunos de los acuerdos sobre los que se ha apoyado la política de profesorado de la Universidad. No se trata, por tanto, sólo de reinterpretar estos acuerdos, sino del establecimiento de unos nuevos que tengan como prioridad:

1. La estabilidad del profesorado contratado.

2. Las condiciones de promoción tanto en las categorías funcionariales como laborales.

3. El marco financiero en el que se deben desarrollar.


También, como la realidad actual hace falsa la promesa indiscriminada de los sabáticos, nos comprometemos a establecer un plan de cuatrimestres sabáticos para el profesorado a tiempo completo.

Definición de las figuras del personal investigador.

La LOU prevé la posibilidad de existencia de personal investigador en la Universidad. Estas figuras nuevas, ofrecen amplias posibilidades, pero no se nos escapa que pueden generar distorsiones si no se establece con claridad su peculiar status.

Entendemos que estas figuras deben estructurarse como núcleos de apoyo a los grupos de investigación de la Universidad.

Su papel en el desarrollo de las enseñanzas de tercer ciclo, y su aportación en el desarrollo de nuevas iniciativas en I+D+I, como puede ser la creación de empresas con fines de desarrollo e investigación o colaboración efectiva con empresas existentes, debe ser una vía de integración en la Universidad de nuestros mejores alumnos y de nuevos investigadores como los que aporta el Programa Ramón y Cajal.

La convivencia armónica de esta nueva realidad con las categorías docentes tradicionales es una necesidad ineludible, y su reglamentación, por tanto, una prioridad.


 

 
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